soycorredora

Crónica de mi primer maratón

Post Title

img_6219

No sé por dónde empezar, pero desde el primer día en que comencé a correr supe que llegaría el momento de estar hablando de mi primer maratón. Ustedes dirán, ¿cómo, 19 años corriendo y apenas un maratón? Sí, así decidí llevar mi desarrollo como corredora y sé que no me equivoqué.

En todos estos años aprendí mucho de tipos de entrenamiento, de nutrición, de hidratación, de psicología y de cuestiones médicas, no sólo en la teoría sino también en la práctica. Tuve la fortuna de crecer como corredora de velocidad (800 y 1500m y practicar vallas) y medio fondo (3, 5 y 10 mil m) en pista y ruta y después, llegar a los 21K sin problemas (aunque claro mi primera carrera hayan sido 21K y sin mucho entrenamiento). Sin embargo, en todo este aprendizaje y sabiendo que tenía las rodillas operadas y que mis dos tobillos ya habían sufrido dos esguinces, siempre fui cautelosa con respecto a la idea de hacer un maratón.

Hace tres años quise debutar en los 42K porque según los expertos, después de los 30 años es la mejor edad para hacer un maratón, debido a que las fibras musculares de potencia, que se utilizan en la velocidad (cuando andas en los 20 años), se pierden con mayor rapidez que las de resistencia, por lo que esta etapa es la mejor para enfocarte en carreras de larga distancia. No hay buenos velocistas de 40 años, pero sí buenos maratonistas. Sin embargo, una caída de las escaleras casi rompe mi tobillo, deshaciendo mis ligamentos y provocando que ya no estuviera en el Maratón de Nueva York. Me quedé con esa espinita y me propuse terminarlo un día no muy lejano. El miedo a la distancia, la desconfianza en lograrlo y sobre todo, darle más importancia a otras cosas que al sueño de hacer mi carrera, provocaron que ese año no estuviera ahí. Lo sé, yo no estaba preparada para afrontar un desafío que más que físico, es totalmente mental.

Después de eso, tuve la fortuna de convertirme en mamá y no ha habido ningún dolor tan grande que yo haya experimentado como haber tenido a mi hija (BBRunner). Y ahora, en estos 42K, este hecho cobró una gran importancia.

Mis entrenamientos fueron difíciles porque tener a una bebé de año y medio en casa, que busca atención a la hora que sea no es fácil. Llevar un trabajo de tiempo completo, con viajes frecuentes tampoco ayuda. Pero, cuando se quiere, se puede. A mediados de este año asumí el compromiso de correr el Maratón de NY, a como diera lugar. ¿Por qué NY? Porque esa ciudad me encanta. Y esta vez intenté seguir un entrenamiento, que al final, lo adapté según mis circunstancias. Digo, después de tanto año corriendo, llega un momento en que te conviertes en tu propio entrenador. Me levantaba todos los días a las 5:15 am para estar entrenando a las 5:45 o 6 am y volver a casa a las 7:15 am, atender a mi hija y arreglarme para llegar al trabajo y por las noches, jugar con mi bbrunner y dormir alrededor de 6 horas. Tengo la fortuna de contar con un marido que comprendió que mientras duraba la preparación del maratón, estaría concentrada en ello y tal vez él tendría que asumir un poco de mi rol de mamá para que me diera tiempo de entrenar. Sin embargo, a veces también sus viajes complicaban la situación.

Mi hermana se encargó de adecuar mi plan, de monitorear mis tiempos, de cambiar estrategias para que rompiera con las fórmulas que decían que yo iba a debutar con un 4:55 en el maratón. Me dijo “¿qué? vamos a bajarle al tiempo”.  Y con su forma sarcástica, siempre me dijo que no fuera “huevona”, que diera más y que sí la hacía. Al final, su estrategia fue “tienes que pasar los 30K en 3 horas por mucho, y después de eso, si quieres tira la hueva, es el primero y lo más probable es que te de la pared, aunque sea chiquita, pero nada de empezar despacio y después agarrar tu ritmo, eso nunca pasa cuando es el primer maratón”. ¡Que palabras tan sabias!

Y llegó el día. Yo no viajé a Nueva York exclusivamente a hacer el maratón, yo fui de trabajo, a juntarme con todos los editores de RW en el mundo y con las direcciones globales de las marcas deportivas, a la fiesta anual de RW y por supuesto, a correr el maratón. Esto me ayudó a quitarme los nervios de encima. El sábado anterior me distraje en Broadway viendo Spiderman y cenando comida Thai, ¿por qué no?, ¡aunque sea muy picante!

El 6 de noviembre desperté a las 5:30 am. Me reuní con mis compañeros de RW Internacional y con César, el coordinador editorial de Runner’s World. A las 8:00 am llegamos a Staten Island. Yo tuve la ventaja de tener trato VIP pero mi salida era a las 10:40 am. Me quedé sola, César salió a las 9:30 am. Y fueron dos horas sentada en el pasto como si fuera adolescente esperando a Justin Bieber. Y pensé: “Estoy sola, yo decidí hacerlo y esta vez todo depende mí”. ¡Qué momento! Para mí fue como cuando estaba en la sala de parto esperando a que mi hija naciera. Y pensé: “Esta vez no estoy en manos de nadie, de ningún doctor, ahora yo soy quien hará su propia historia”. Y seguía esperando, ¡que desgaste!

Llegó el momento de salir, entré en un trance que no sé cómo explicar. Atenta a mis pulsaciones corrí entre 180-193 la mayor parte del maratón, salvo del km 34 al 38 que lo hice a 163-170. No me imaginaba corriendo 5 horas sin parar, que flojera. Siempre dije que correría un maratón para recorrer lugares a los que dificilmente iría. Yo conocía Manhattan pero no Brooklyn ni el Bronx a detalle y la mejor manera de conocer una ciudad es corriendo. Todo el tiempo veía el monitor (que era un Casio de hace muchos años, por cierto), y pensando que debía cumplirle a Brenda. Estaba en total concentración, ni un pensamiento de distracción se apoderó de mí. El km 30 lo pasé en 3:01 y ¡descansé! Pensé: “ahora sí empieza el maratón”. Me relajé, las piernas me pesaban y aunque quise recuperar el ritmo del principio ya no pude. Los pies me dolían, los dedos dormidos pero pensando siempre “chingale, ya casi llegamos” (perdón, pero soy norteña y un poco grosera). Faltando 600m dije: “ya te pagué maratón de NY”.

Sin embargo, cuando crucé la meta me dio la pared. La gente lloraba de felicidad, yo estaba enojada. Me cuestionaba: “¿por qué entrené tanto tiempo para sufrir así?, dejé a mi hija por venir a esto y mi familia tuvo que hacerse cargo de ella, mi marido voló desde China para alcanzarme, mi hermana me dedicó mucho tiempo para ayudarme a romper las fórmulas y somos 50 mil corriendo, tampoco estoy haciendo la gran hazaña”. ¡Que ironía! Cuando tomé mi medalla en mis manos, no me cayó el veinte. Después de ahí sólo pensaba en mi hamburguesa que durante años había querido comerme en las Jackson Hole de la 3a. Av de NY.

Unas horas más tarde, cambié de opinión. Dije que aunque esto era una prueba difícil, intentaría otro el próximo año. Al siguiente día le aseguré a mi esposo que entrenando tantos días y bla bla bla podría bajar mi tiempo y que en un futuro no muy lejano me gustaría correr Boston. Hoy, sigo convencida de que me he vuelto maratonista, que haré uno por año o máximo dos, y que lo disfrutaré tanto como mi etapa de velocista y medio fondista y que se los dedicaré a mi hija como éste.

Correr un maratón es adictivo, te enseña mucho y no es cualquier cosa. Hay que dedicarle tiempo y para cruzar la meta no sólo es un proyecto individual, también van involucrados tu familia, entrenador, nutriólogo, amigos y hasta enemigos que hacen que lo logres. Sólo me queda agradecer a todos lo que formaron parte de esta historia: a mi esposo, a mi hija y a mi hermana y hermano por estar apoyándome a su manera siempre. A mis padres y el resto de mi familia por estar al pendiente de lo que necesitara. A Fabrizio Chamor por haberme hecho corredora, a Rubén Romero por haberme orientado con mi entrenamiento, a Bikram Yoga por haberme ayudado a fortalecer mis músculos. A Mariana Camarena de @NutricionActiva por haberme hecho mi plan de alimentación e hidratación, a Gatorade por haberme apoyado tanto, y a las marcas deportivas que me dieron sus tenis para probarlos en mis entrenamientos: Brooks, Adidas, Somnio, Newton y New Balance. Pero sobre todo, a Reebok por haberme regalado los Realflex con los que corrí mi primer maratón y que ni una ampolla ni uña negra me sacaron y a Adidas y Asics por haberme dado mi outfit para el maratón. A Runner’s World por ser parte de esta historia y a todos mis seguidores de mi blog y redes sociales.

Ahora mi marido y yo ya hacemos planes para viajar al próximo maratón. Porque quiero seguir conociendo ciudades mientras corro y 42K son suficientes.

¡Nos seguimos leyendo!

Comentarios de Facebook
Comparte en tus redes

soycorredora
Soycorredora.com es el único sitio en habla hispana dedicado a la formación, seguimiento y difusión de las mujeres corredoras