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Nadie quebrantará mi vida

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Con la luna de testigo comienzan todos mis días.

Soy Miryam, mamá de una adolescente de 13 años y runner de corazón, mi pasión los 42.195. Todos los días despierto a las 4:30 am para regalarme 50 minutos de trote en el gym. Arranqué este 2014, con un maratón increíble que recomiendo al 100%, Disney Marathon; fue el primero en donde iba a divertirme, sin presión de tiempos y lo mejor de todo iba con la mejor compañía del mundo: mi hija.

Fue un maratón súper emotivo, todos van sonrientes, disfrazados de personajes de Disney, te pone muy feliz. Mis siguientes 42K: Lala, en Torreón, Coahuila; este sería muy especial ¿el motivo? Mi hermana debutaría como maratonista, se dice fácil pero requiere de varios meses de entrenamiento y pasión por correr. Llego el día, despertamos y fuimos hacia la salida, adrenalina, nervios, no era otro maratón, era EL MARATÓN MÁS ESPECIAL, sería el primero que correría no al lado de ella, sino con ella, mi cómplice del running.

Los primeros 21k todo bajo control y súper bien, mi hermana iba feliz y decidida a lograr su objetivo, lo dedicaba a sus dos hijos, ellos eran su motor. Llegó el kilómetro 40, a dos de finalizar y se presentó la famosa “pared”, esa que te quiere hacer claudicar y acabar con tu sueño de ser maratonista y fue ahí donde entré yo, para apoyarla y decirle, “ánimo, vamos, tu puedes, recuerda sólo venimos a esto, eres una campeona” y así con lágrimas en los ojos, llegamos juntas a la meta. A partir de ahí supe que mi mejor amiga, mi cómplice del running, se convertía en mi futura pareja de varios maratones. Estaba feliz por regresar en el avión con una nueva maratonista, sí, mi hermana; lo que no sabía es que al día siguiente al llegar a la oficina, me esperaba un despido injustificado.

Y así fue, me quedé sin trabajo, lo recuerdo bien, fue al día siguiente del Maratón Lala y por si fuera poco, una lesión que tengo en la columna se agravó, sentía que el mundo se estaba ensañando conmigo y en esos momentos de rabia, impotencia, volteé hacia el clóset y estaban ahí, mis tenis con los que corrí el maratón y decidí salir correr, a liberar esa tensión, a disfrutar de la vida, a generar endorfinas y fue así como comencé de nuevo. La lesión continuó en aumento y decidí ir al doctor., el veredicto: “no puedes volver a correr nunca y aunado a lo anterior una operación de columna”. Consulté a otro especialista y la respuesta era la misma, sentí que mi mundo se derrumbaba, que ese sueño de correr los Majors, nunca se concretaría.

Dejé de correr 3 meses, empecé a nadar por prescripción médica, pero muy dentro de mi sabía que eso no me llenaba, mi alma gritaba “running”. Yo ya estaba inscrita para el Maratón Internacional de la Ciudad de México, que casualmente fue el mismo día de mi cumpleaños y fue cuando decidí que mi pasión iba más allá de esa lesión y decidí regalarme de cumpleaños mi regreso a correr, ¡y que mejor que el MICM! no lo haría sola, repetiría con mi nueva pareja del running, ¡mi hermana!.

Llegó el 31 de agosto, me sentía igual o más nerviosa que en el primero, sabía que este regreso sería triunfal y así fue; ese día me di cuenta que #MiHeroínaSoyYo, que cada día me hace más fuerte y que nada ni nadie me quebrantará en esta vida; que la vida es como el maratón, hay subidas y bajadas y que nadie dijo que es fácil correrlo, pero que una vez que lo haces tu vida nunca volverá a ser la misma.

“When you cross the finish line, it will change your life forever…”

Miryam Nava

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